En el caso de los roedores, la colocación de trampas y cebos en puntos clave, como lugares donde se han detectado sus rastros o nidos, es fundamental. Esto ayuda a reducir su población y prevenir daños a la propiedad y la transmisión de enfermedades.
Cuando se trata de insectos, el control por puntos implica la aplicación de tratamientos químicos o la instalación de trampas en áreas específicas donde se ha observado una infestación. Esto puede incluir rincones oscuros, grietas en las paredes o áreas de almacenamiento de alimentos.
En el caso de las aves, la implementación de medidas disuasorias en lugares estratégicos, como techos, vigas o áreas de descanso, es esencial para evitar la anidación y la acumulación de desechos que pueden ser perjudiciales para la salud y la higiene.